miércoles, 18 de noviembre de 2009

El lenguaje de la historieta

Debe contar una historia y por lo tanto deben reflejar el transcurso del tiempo. Cada cuadro de una tira cómica es un instante congelado.
El creador y sus lectores están de acuerdo en que el tiempo transcurre conforme se lee de izquierda a derecha y de arriba a abajo de la página. Al autor le toca comunicar al lector exactamente cuánto tiempo pasa entre cuadro y cuadro.
Por otro lado, al carecer de movimiento continuo y de sonidos, cuando los personajes se expresan en forma verbal es necesario denotar las inflexiones, el tono y la intención con que se emiten las palabras.
Además, a veces es necesario crear ruidos y sonidos ambientales. En ocasiones se requiere de un narrador externo a la acción.
La historieta ha desarrollado su propio código de comunicación con el lector.
Al integrar espacio, tiempo, sentimientos y ambiente ha generado un lenguaje diverso y rico a través de las variadas posibilidades que presenta el propio medio impreso, tomando elementos de otros medios de comunicación, especialmente el cine y la televisión.
Los cuadros son las unidades mínimas de información que constituyen la historieta y reciben el nombre de viñetas. Tradicionalmente estos cuadros eran todos de idéntica dimensión y se arreglaban para ser leídos de izquierda a derecha y de arriba a abajo. Muchos autores han variado esta disposición para lograr ciertos efectos y mayor espectacularidad en sus dibujos.
La forma de disponer y presentar las viñetas se llama diagramación. Para estas distribuciones, la historieta ha tomado del cine y la televisión las formas de manejo del tiempo y los encuadres y los ha recreado.
Se puede regresar al pasado y recordar, se pueden narrar historias paralelas en el tiempo, se puede viajar al futuro, imaginar o soñar…
Todo tendrá un código en el lenguaje icónico.
Las historietas varían por su manejo de la tinta y los colores. Algunas contienen sólo trazos muy sencillos, otras están cargadas de elementos. Las hay en colores y en blanco y negro, con diferentes texturas y acercamientos. Los signos lingüísticos de la historieta tienen también su propio código, formado por la tipografía, los globos y los cartuchos.
Los globos son los espacios rectangulares o elípticos en los cuales se escriben los diálogos o pensamientos de los personajes.
Pueden ser distintos de acuerdo con el tipo de expresión.
Los cartuchos son rectángulos que aparecen en la parte inferior o superior de la viñeta, casi siempre con otro color, y se usan para representar la voz de un narrador, que puede ser uno de los personajes de la historieta o una persona totalmente externa e indefinida. Los cartuchos permiten dar información complementaria de la situación —el lugar, el paso del tiempo, etcétera— evitando el exceso de dibujos o explicaciones gráficas. Además, sirven para enlazar elementos y generar intriga o suspenso.

La tipografía de las historietas merece un análisis especial. La mayoría de las historietas utiliza la letra a mano, que depende básicamente de la habilidad del dibujante.
Algunas historietas utilizan letra de máquina o de computadora, sin embargo, en este caso se reducen o dificultan las variaciones tipográficas necesarias para expresar la intención de las palabras y el efecto de los sonidos.
Las letras grandes y realzadas se utilizan para los títulos. La letra grande y en negritas significa aumento en el volumen, por ejemplo, gritos o exclamaciones. Las letras negritas sencillas pueden destacar elementos clave de la narración. La letra cursiva o inclinada puede dar una sensación de urgencia.

Finalmente, la onomatopeya consiste en la creación de palabras que imitan el sonido de objetos, animales o personas.
Es curioso que éstas sean distintas en diferentes idiomas, aunque pudiera pensarse que aquí y en China los gallos cantan quiquiriquí, las ranas dicen croac, el reloj hace tic tac, la campana suena talán talán, los golpes pueden ser algo como ¡cuás!,
¡pácatelas!, ¡zaz!, o el teléfono llama con un ¡ring, ring! Los lamentos de las personas suelen ser ¡ay!, ¡snif!, ¡gulp! Los besos pueden ser ¡muá! Para evitar ciertos inconvenientes, la historieta mexicana de
Simón Simonazo creó una aportación gráfica que se ha popularizado para suplir algunos signos lingüísticos, por ejemplo:
¡Eres un #$&%!

Aplicaciones didácticas de la historieta

En primer lugar resulta un medio para la adquisición de conocimientos en procesos educativos no formales para gran parte de nuestra sociedad, y muy en especial para la población infantil.
Es notable cómo los niños prefieren siempre profusión de imágenes y colores en vez de la preponderancia del texto. Además, el interés de los niños en leer historietas es absolutamente genuino, e inclusive los que todavía no saben leer disfrutan de la historieta; ésta es una motivación que debe ser capitalizada. La
lectura de textos e imágenes puede generar resultados inesperados y creativos. De hecho, “la literatura infantil es el foco donde mejor se pueden estudiar los disfraces y verdades del hombre contemporáneo, porque es donde menos se les piensa encontrar”
(Dorfman y Mattelart, 1985).
En segundo lugar, el maestro puede hacer uso de este medio, que se caracteriza por su extensa difusión y bajo costo, como herramienta de apoyo didáctico en sus cursos.
En el proceso de educación para los medios, la historieta constituye un elemento excelente para la alfabetización visual, es decir, para aprender a leer y analizar imágenes.
A partir de los estudios de Jean Piaget, se establece que la visión infantil realiza un proceso sincrético. Esto significa que el niño percibe cada imagen como una visión global más o menos indiferenciada y agrupada. En este sentido, le resulta más fácil leer imágenes sencillas que presentan objetos de alto contraste y colorido. De aquí el gran éxito de las historietas y las caricaturas. Si además se trata de niños que no saben leer, encontrarán en la historieta una forma de comunicación mucho más accesible que cualquier otra.
Dado que la comprensión de las imágenes es una capacidad natural que no necesita aprenderse sino sólo refinarse a través de la alfabetización visual.


¿Cómo puede el maestro utilizar la historieta en el aula?

Siguiendo el modelo de Piaget, se sugiere
una serie de actividades didácticas con historietas, clasificadas de acuerdo con tres periodos: el periodo preoperatorio, el de operaciones concretas y el de operaciones formales.
Estas tres etapas corresponden aproximadamente a los niveles de preescolar, primaria y secundaria.

En el llamado periodo preoperatorio, la inteligencia se prepara y se organiza para las operaciones concretas; aparecen el lenguaje y las imágenes mentales.
Todavía no pueden realizarse operaciones reversibles, es decir, las estructuras mentales son tan rígidas que el niño no puede imaginar como deshacer procesos.
La inteligencia se limita mayoritariamente a la percepción externa. Esto hace necesarias las imágenes sencillas y coloridas para acelerar el desarrollo mental.




El periodo de operaciones concretas, las acciones interiorizadas del niño alcanzan el nivel de reversibilidad.
Los planteamientos exclusivamente verbales pueden resultarle difíciles de entender. El niño es capaz ahora de establecer clasificaciones, seriaciones y correspondencias. Aquí el maestro debe provocar que surja en el alumno lo que se llama conflicto cognitivo o desequilibrio mediante cuestionamientos cuidadosamente guiados, usando actividades exploratorias, manipulación de materiales, proponiendo preguntas y permitiendo que los niños respondan con sus propias palabras. El maestro debe cuidar que este conflicto cognitivo sea adecuado, es decir, que produzca inquietud en el niño, pero que no sea demasiado difícil o imposible de resolver para él. En esta etapa el niño usa ya representaciones simbólicas para los nuevos datos que aprende y los acomoda en forma de redes de información.
Por ello, en esta etapa el maestro puede pedir a sus alumnos que actúen como críticos de arte: ¿Les parece que la historieta está bien diseñada? ¿Son agradables los personajes? ¿Es interesante lo que sucede?
¿Es graciosa o dramática? ¿Es real o imaginaria? También es posible recortar y reordenar una historieta para modificar su sentido original.
Otra propuesta es borrar los textos de una historieta y pedir a los alumnos que reconstruyan las frases de acuerdo a las imágenes.

El período de las operaciones formales es una etapa donde el estudiante amplían su radio de acción, no limitándose ya a la realidad, sino extendiéndose a lo posible y lo hipotético.
Por otro lado, este explosivo desarrollo mental coincide con los procesos biopsicológicos de la adolescencia. El estudiante comienza a cuestionarse gran cantidad de planteamientos que han sustentado su vida sin mayores problemas hasta ese momento. La historieta puede ser un interesante vínculo de comunicación con el adolescente. No sólo para desarrollar sus procesos intelectuales, sino para explorar y construir su propia personalidad.
El adolescente es idealista y cuestiona ahora los principios abstractos: libertad, felicidad, igualdad, solidaridad... Esto sugiere infinidad de posibles actividades.
En resumen Lo que no debe olvidarse es que la historieta está permanentemente ligada al hu- mor, a la diversión, al suspenso y al vivo deseo de encontrar un desenlace que cautive.
El uso de la historieta en la educación exige ser fiel a estas características, conservando para siempre la mitología del cómic.

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